Los estudiantes de grado o posgrado de cualquier área de conocimiento tienen una dificultad recurrente a la hora de citar sus trabajos académicos. Aparte de la necesidad de seguir las famosas normas, invariablemente se presta poca atención a cómo citar o parafrasear sin infringir los derechos de autor.

Fijemos la siguiente premisa antes de explicar qué es una cita y dar un ejemplo de cómo utilizar este recurso sin cruzar la frontera de la legalidad: el derecho de autor, aunque exclusivo, no es absoluto. La ley impone limitaciones a su ejercicio. Una de estas limitaciones es precisamente la posibilidad de que cualquiera pueda utilizar las palabras del autor, su composición con fines de estudio o crítica.

Existen básicamente dos tipos de cita. La primera es la cita directa, aquella en la que el alumno utiliza las comillas, transcribe literalmente las palabras del autor, saca una nota a pie de página e indica el nombre, el título, la editorial y el año de publicación de la obra.

La segunda forma de cita se denomina cita indirecta. El alumno no utiliza las comillas, lee lo que dijo el autor, entiende el contenido y hace una paráfrasis. La nota sigue siendo obligatoria.

La elección del tipo de cita depende del estilo de cada alumno. No hay ninguna norma al respecto. La preferencia de los asesores y evaluadores es la cita indirecta. El texto resulta más fluido y limpio.

El texto originalmente escrito en otro idioma tiene, a priori, la misma protección que el brasileño. Las mismas normas de citación se aplican a los textos extranjeros y a los traducidos. En estos últimos, la mención del nombre del traductor también es obligatoria, porque hay una creación intelectual en la traducción.

Volviendo a la cita indirecta, la paráfrasis buena y legal implica lectura, comprensión y expresión. Hay, en la paráfrasis, un esfuerzo intelectual creativo para reescribir, dándole una forma diferente, a un contenido o idea puesta por otro autor. Una solución es volver a escribir un texto en línea.